martes, 18 de noviembre de 2008

UNA PALABRAS AL OESTE DE LA POESÍA

Este libro tiene su propia historia y el protagonista es el mar de Malabrigo, uno de los más conocidos de la Costa Norte Peruana, mar de los antiguos Mochicas que surcaron sus aguas en busca del diario alimento que los hizo fuertes y sabios para poder construir los canales de irrigación, fortalezas y ciudades extraordinarias; en sus paredes visualizaron las olas, los pelícanos, las gaviotas, el Sol y la Luna; los antiguos mochicas fueron eximios ceramistas donde con su arte plasmaron su verdadera y única identidad que hasta ahora se conserva entre sus descendientes.

El mar de Malabrigo, es sereno y agitado, en las profundidades de sus aguas los peces se multiplican, nadan felices debajo de los rayos solares, duermen placenteros muy cerca de la Luna, son peces que contribuyen con la economía familiar y con el alimento infaltable en las mesas de los pescadores.

Al mar de Malabrigo lo conozco, he visto en el crepúsculo como el Sol baña la magia y el encanto de altamar, he visto a sus hijos amando sus botes que van en busca de las noches y las auroras esplendorosas, he visto sobre su lomo acuático, el muelle donde tantos niños dejaron sus sueños, he visto su ola larga, impresionante llena de espuma blanca, he visto y he tocado sus piedras de todos los colores; he sentido su historia inigualable que huye y viene con el misterio, la leyenda y el mito.

Cantarle con la poesía al mar de Malabrigo, es un privilegio para el poeta, es juntar el cielo con su piel, es pintar un paisaje con las palabras más hondas y transparentes.

A través de mi existencia he conocido diversos mares y por esta travesía humana soy un poeta universal.

Desde niño mojé mi cuerpo y mi espíritu en Yacila, Paita, Colán, las Peñitas, Lobitos, Zorritos y Colán; lugares del ensueño donde el mar se adueña del espacio y del tiempo, registrando en la memoria su propia eternidad.

Y estuve en Santa Rosa, Pimentel, Huanchaco, Buenos Aires y Salaverry, siempre voy tocando maravillado las ternuras de las aguas y en algunos sitios habitan los marineros con sus barcas, con sus playas multitudinarias, con sus sonidos estelares del planeta y más al sur de mi amado país, he visitado con afecto, Tortugas, Ancón, la Punta, Agua Dulce, la Herradura, Pucusana y el silencio inmenso que huye en el horizonte.

En Arica, el mar tiene el candor de la distancia y el sosiego y en Isla Negra de Neruda, el mar guarda los tesoros del poeta; Valparaíso cuida su mar para sus barcas; Viña del Mar enciende sus luces y alumbra la cara de su mar.

Cartagena vigila al poeta Huidobro desde el mar con los versos de Altazor.

En el Atlántico me sentí impresionado con la perpetua partida del Alfonsina Storni, en Mar de Plata, aquí el mar envolvió su cuerpo en una sábana enorme de peces y de algas.

En la Habana, el Mar Caribe guarda los tesoros de corsarios y piratas, en sus aguas cristalinas, mi corazón escribió una memoria poética para José Marti, el hombre decidido ejemplo y patriota de América Latina.

En el norte de Alemania, el Mar Báltico es nostálgico y feliz como la palma de mi mano, de su anchura infinita pude sacar el arco iris de sus piedras.

Volando sobre el Mar del Norte, pude ver el poder de la noche, ausentándose de Europa, ahora unida entre mares, montañas y rios memorables.

Y sobre el Mar Mediterráneo mi poesía era una gaviota peruana envuelta en su bandera roja y blanca.

Cantarle al Mar siempre fue una ilusión de mi infancia perdida una vocación innata de mi palabra sagrada y mítica.

El Mar de Malabrigo es el primer homenajeado, es el Mar de los Mochicas con sus Caballitos de Totora, es el Mar de los peruanos curtidos por la sal, el Sol, la brisa y la arena.

Quien tiene el Mar, tiene otra vida, quien ama el Mar, se ama asimismo, ama sus orígenes.

Como no encontrar en las gaviotas y los pelícanos el incesante fuego desde la playa al alma gigante del marino.

El mar, el marinero y las gaviotas es la más perfecta metáfora que se puede pintar en un lienzo.

El mar de Malabrigo lo llevo dentro de mí, como una alegría del universo, como la creación de Dios que todo lo puede y todo lo abarca.

JUAN FELIX CORTÉS ESPINOSA

miércoles, 15 de octubre de 2008

La poesía de Juan Félix Cortés

El siguiente es un fragmento de la investigación por parte de los estudiantes de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Piura: Jorge Cortez Sifuentes, Andrea Kcomt Correa, Antonella Tassara Nuñez y Evelyn Neyra León para el curso de Literatura Regional:


En buena cuenta, la poesía de Juan Félix Cortes es también una suerte del panteísmo, porque en cualquier elemento de la creación divina y de la existencia: Encuentra un hecho o motivo para la relación de la verdad y al mismo tiempo, para la denuncia, protestas, anhelos de amor, justicia y libertad.

En lo formal, la poesía de Juan Félix Cortes discurre dinámica, indetenible e impetuosa, a través de enunciados en versos continuos de sucesivos encabalgamientos sin pausas ni intermitencias pero también de constantes cambios de planos y perspectivas de manera que hay un cercano parentesco con el “caoticismo literario” de evidente trasgresión o falta de lógica.

Su estilo es coloquial, convencional, confesional, y testimonial correspondiente al enfoque personal del poeta. Pero el hecho de que sea personal no significa dejar de lado a los demás hombres, por lo que su concepción resulta siendo también impersonal, o sea de todos los hombres en general y de ninguno en particular.

Su mejor obra de la década del setenta es el “Diario es el vivir”, de la década de los ochenta es “El OVNI y la Televisión”, de la década de los noventa “El Hombre Solar” y de ésta última década “La Noche de las Especies”.

“Diario es el Vivir” pretende constituirse en un libro importante, como es el deseo de todos aquellos que publican su quinto o sexto libro en su difícil vida de escritor; Es la presentación de una exploración del artista, del compromiso frente a su realidad, de la entrega de un hombre como todos que, se diferencia en que escribe y expresa en poesía, la bondad de la vida, la maldad del sistema, los conflictos y esa visible paz que se avizora tenuemente en el diario vivir.

Extenso, ágil, de fina factura para una lectura desbordante; Alcanza nuevas adquisiciones en el estilo y pensamiento de Cortés, de quien nada singulariza tanto que la incesante elaboración de nuevos campos poéticos de impetuosos movimientos. Este libro pertenece a la atracción del drama peruano, de su gente que vive a la aventura. El poeta ha sabido, como lo ha hecho hasta en sus obras primigenias, entregarnos un libro de lomo hermoso y sin reservas. Emparentado tanto con el quehacer periodístico, esta actividad suele estar presente mediante la crónica rotundidad, pasión, deliquio estético.

A través de “El OVNI y la televisión”, traduce una rica prosa poética la dualidad social de estos aparatos cibernéticos. El autor ha tenido la audacia de combinar en la palabra poética, el producto de la técnica con la problemática social imperante en las sociedades dependientes. De la obra, por ahora no interesa averiguar sobre las técnicas literarias de su elaboración. Lo que nos importa, que el poeta cala una realidad inmediata, la realidad de la vida misma, nos entrega en su prosa poética el sentir de una realidad cruda de la cual somos victimas. Refleja la verdad de la vida cotidiana pero original.

La esencia dialéctica de la poesía no pertenece a la esfera puramente estética, sino que, es parte consustancial de la dialéctica en desarrollo. En este río caudaloso de sensibilidad, Cortés, no resiste la resignación tampoco la contemplación mística.

Por el estilo de expresión coloquial y la autenticidad realista lo eleva a nivel de hallazgo personal. El autor se vale de ideas asociadas para construir su poesía temática y da muestras de sutil ironía y llena de armonía.

La sencillez del ideal estético, de Juan Félix, dista mucho de ser simple si la consideramos tomado como fondo los acontecimientos sociales de la época.

Juan Félix Cortés Espinosa, es uno de los más distinguidos promotores del arte, la cultura y la literatura en el norte del Perú. Tenaz, perseverante, prolífico e intenso creador, su actividad literaria discurre especialmente entre la narración, la poesía, el ensayo y el periodismo cultural. Hoy ha vuelto a la poesía a través de “La Noche de las Especies”. Siendo una poesía diferente, siendo la mayor parte explícita y directa. La de ahora es compleja, trascendente, casi hermética, pues no permite identificar con facilidad el referente que lo inspira, del que parte o al que se remite el autor. Una poesía que no se resuelve en la inspiración pura ni en la expresión sentimental o afectiva. Una poesía más de pensamiento e ideas que de latidos e impulsos interiores; más cerebro que corazón; más épica que lírica.

En la actitud del autor, se cree encontrar una evidente recusación del convencionalismo político, porque se aparte de la tradición para producir una poesía constituida en opción alternativa o propuesta para superar el caos, y contribuir a la reconstrucción de la sociedad, el mundo y la realidad, tal actitud parece calzar perfectamente con el asunto de la evasión como una de las funciones primordiales de la literatura. Su evasión no es fuga o escape, sino una actitud transitoria porque el poeta vuelve a la realidad y se enfrenta decididamente a ella para intentar recrearla, transformarla, superarla y desarrollarla, con una perspectiva que le permite mostrarnos amplios sectores no iluminados o ignorados por otras actividades humanas como la política, la ciencia o la religión.